El Neomudéjar




Cuando a comienzos del siglo XX el Modernismo cobra importancia con las nuevas construcciones que se levantan en Teruel, los arquitectos se inspirarán en gran medida en el mudéjar, el arte más genuino que durante el la Edad Media se había desarrollado en la ciudad. A este estilo arquitectónico se le conoce como Neomudéjar y de él podemos encontrar un importante catálogo en el recorrido por las calles turolenses.

En 1909, el tarraconense Pablo Monguió, el arquitecto más representativo de la época, proyectó una nueva puerta para la Catedral en su fachada Sur. Esta construcción marcó el inicio de las construcciones neomudéjares en Teruel. A la utilización del ladrillo como elemento decorativo y de la cerámica vidriada, unirá una florida forja salida de los talleres de Matías Abad.

En 1921 se inauguró la Escalinata. Se trataba de una obra funcional que servía para salvar el fuerte desnivel entre la estación del ferrocarril y el centro histórico. Fue concebida para que los viajeros que llegaban a Teruel por el nuevo medio tuvieran una imagen digna de la ciudad. El Ingeniero de Caminos don José Torán de la Rad, autor del proyecto, supo mezclar con gran inspiración en esta obra la belleza de las construcciones mudéjares con elementos de forja modernista. Por su gran armonía y el adecuado uso de los elementos que la componen se la puede considerar, junto con la puerta de la Catedral, como la obra más representativa del neomudéjar turolense. En la parte superior de su recorrido hay adosado un retablo de los Amantes, altorrelieve en piedra, del escultor Aniceto Marinas. El Gobierno de Aragón la ha declarado Bien de Interés Cultural.

Raros son los edificios catalogados como modernistas que no contengan trazas neomudéjares entre sus elementos decorativos. Basta con fijarse  en algunos ejemplos. El edificio de San Nicolás de Bari de 1909, en la calle Dolores Romero, ya adelanta en parte la tendencia, tal como ocurre en las antiguas escuelas del Arrabal de 1912, hoy Archivo Histórico, en la Ronda Dámaso Torán. En la casita de la Farmacia del Hospital Provincial de 1915, en la avenida de Zaragoza, se introduce el ladrillo buscando entroncarla con el estilo más representativo de la ciudad. El balcón del torreón del Casino de 1922, en la plaza de San Juan, es un magnífico ejemplo que no pasa desapercibido. El edificio de Sanidad de 1930 en el primer ensanche que, además del ladrillo, recurre a la cerámica. Posiblemente sea la Plaza de Toros de 1935, al igual que ocurre en otras plazas de la época, un ejemplo representativo de la introducción de elementos neomudájares en la arquitectura modernista en época más tardía.



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